Bombillas tungsteno: Son las más comunes. Su funcionamiento es simple: la corriente eléctrica calienta el filamento de tungsteno que está dentro del vidrio y éste emite un halo de luz amarillenta. Son ideales para crear ambientes de cercanía y familiaridad y su vida útil es de 1000 a 1200 horas. Sin duda, son las más baratas, pero tienen sus inconvenientes respecto a otros tipos de bombillas: a la larga, su bajo precio inicial se encarece por el nivel de consumo y por ser las bombillas que menor vida útil tienen.
Bombillas de bajo consumo: Funcionan como los tubos fluorescentes y su gasto de energía es sensiblemente inferior al de las bombillas tradicionales: consumen cinco veces menos energía que las clásicas incandescentes y pueden funcionar hasta 15.000 horas, lo que implica un ahorro del 80%. El único inconveniente reseñable es que tardan un rato en alcanzar la máxima iluminación por lo que evitaremos colocarlas en lugares donde pasemos poco tiempo.
Lámparas halógenas o dicroicas: De media tienen una duración de unas 3000 horas y se caracterizan por su gran potencia. Así, son ideales para espacios exteriores. Requieren un ajuste de la corriente y la instalación de un transformador de 12 ó 24 voltios.
Bombilla LED: Lo último en ilumina. Su duración es 50 veces superior al de las bombillas tradicionales y el rendimiento es mucho mayor: 3 vatios de LED sustituyen a 40 vatios de las incandescentes.
Bombillas por dentro:
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